y las ovejas le siguen, porque conocen su voz.” Juan 10:3-4
Pero algo me volvió a la realidad, olvidé que me era indispensable contar con el apoyo de mi esposo por el traslado que implicaba, el ajuste de tiempos de la comida dominical y por la duda que le generaría el que gran parte de mi familia seguiría congregándose en “La Trinidad”. Sólo me quedó decirle a Dios: “Bueno Señor si tu estás poniendo en mi mente y en mi corazón el seguir esta voz, entonces tú te encargarás de todo”.
La respuesta no tardó. Unos días después, acompañando a mi esposo a Allende, un kilómetro antes de pasar por El Faisán, lugar donde empezaría este proyecto; mi esposo dijo: “Fíjate cómo se han acortado las distancias con estas carreteras, hicimos cualquier cosa de tiempo para llegar hasta aquí”. Otra vez mi corazón dio un vuelco, comprendí que era la confirmación de que era el momento de tratar el asunto con él y de inmediato le compartí la visión de la Iglesia; Dios puso en su boca un sí.
Venir de una iglesia tan grande como “La Trinidad”, donde ya todo está tan estructurado y casi casi se sabe quién hace qué, y llegar a formar parte de una nueva iglesia, en donde no somos tantos y lo que hay es mucho trabajo por hacer; me ha significado toda una experiencia de crecimiento espiritual y en especial en el servicio a Dios.
En lo particular, por primera vez me integré al trabajo de la iglesia como maestra de educación infantil, así como desarrollando actividades de apoyo en cada uno de los eventos evangelísticos que han sido organizados. Hoy soy grandemente bendecida editando “Mujeres que Hacen Historia”, que a partir de este mes está en el blog de Visión Apostólica, y muy próximamente estaremos trabajando en la edición de una nueva publicación mensual.
Aunque por situaciones especiales estuve físicamente fuera de esta congregación por algún tiempo; sé que Dios, con un plan específico para mi vida, permitió que mi corazón permaneciera aquí estos 10 años. Lo sé por que estar de nuevo en esta iglesia, fue como regresar a casa y a mi familia; y porque domingo tras domingo Dios habla claramente a mi vida en voz de mi Pastor.